¿Quién inventó los anillos de compromiso y por qué usamos uno? - BODHANA

¿Quién inventó los anillos de compromiso y por qué usamos uno?

Antes de que elijas un anillo de compromiso, vale la pena hacer una pausa y preguntarte esto: ¿quién inventó esta tradición? ¿De dónde viene la idea de dar un anillo para comprometerse? ¿Y por qué sigue siendo tan poderosa hoy?

Esto viene de siglos atrás… literal

Los anillos como símbolo de compromiso no son algo nuevo. Se remontan al Antiguo Egipto, donde los círculos eran vistos como símbolos de eternidad. Ya desde entonces, los egipcios usaban aros trenzados (no de metal, aún) para representar el amor sin fin.

Después llegaron los romanos. Ellos ya usaban anillos de hierro para marcar una promesa de matrimonio. Aunque no eran tan románticos —para ellos, era casi un contrato—, sí establecieron la costumbre de entregar algo tangible como señal de compromiso.

Pero el primer anillo de compromiso como lo entendemos hoy…

…apareció en 1477, cuando el Archiduque Maximiliano de Austria le dio un anillo con diamantes a María de Borgoña. Ese fue el primer registro oficial de un anillo con piedra preciosa entregado como símbolo de compromiso matrimonial.

Desde entonces, la tradición se expandió entre la nobleza europea, y más tarde llegó a Estados Unidos. Pero no fue hasta el siglo XX que se volvió algo masivo. ¿Por qué? Por una campaña muy famosa...

El marketing lo convirtió en regla

En los años 40, la marca De Beers lanzó su famosa frase: “Un diamante es para siempre”. A partir de ahí, el anillo de compromiso con diamante se volvió una especie de obligación romántica. Incluso promovieron la idea de que debía costar el equivalente a tres meses de sueldo (lo que ya hablamos en otro blog).

Así fue como una costumbre antigua se mezcló con la cultura moderna, el cine, la publicidad… y terminó siendo lo que muchos damos por hecho hoy: el anillo como paso obligatorio para comprometerse.

Pero no tiene que ser así. Tiene que ser tuyo.

Entender esta historia no es para que pierdas la ilusión, sino para que veas que el poder del anillo no está en la tradición, ni en el precio, ni en el tipo de piedra. Está en lo que tú le pones: intención, claridad y ganas de compartir una vida.

Hoy puedes elegir un anillo que tenga historia sin seguir ciegamente lo que dictó una marca. Puedes optar por un diamante de laboratorio que es ético, moderno y tan real como uno extraído, pero sin cargar con lo que no va contigo.

Puedes elegir oro, plata, platino, o lo que tenga más sentido para tu pareja. Puedes seguir la tradición… o crear la tuya.

¿Y entonces por qué usamos un anillo?

Porque más allá de la historia, hay algo en el símbolo que sigue teniendo fuerza. Un anillo no tiene principio ni fin. Es un recordatorio físico de una decisión emocional. Lo llevas puesto, lo ves a diario, y te conecta con lo que estás construyendo.

Por eso sigue siendo tan poderoso, incluso si le quitas todo el peso de la costumbre. Y por eso vale la pena elegirlo bien. No por lo que diga una regla. Por lo que significa para ustedes.

¿Listo para elegir el tuyo?

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